Este artículo lo escribo a raíz
de varias conversaciones que he tenido con distintas y muy diferentes personas.
Este es también un tema de actualidad. Hace pocos meses varias activistas de
Femen entraron en el congreso con sus pechos al descubierto, donde se podía
leer “el aborto es sagrado”. A raíz de esto, mantuve una discusión con una
persona porque le parecía una estupidez protestar de ese modo, aquellas mujeres
no le parecían serias ¿Cómo puede parecer seria una mujer que enseña sus
pechos? Además, argumentaba, si la intención es provocar, no hay nada tan visto
como los pechos. Estamos rodeados de pechos constantemente: pechos en la
publicidad, en el cine, en las playas, en cada rincón donde te asomes ahí están
los pechos femeninos pero ¿qué significado les damos hoy por hoy? ¿qué
significado puede tener hoy enseñar los pechos para protestar?
La función de los pechos (además
de la función de amamantar), me dijo una persona querida, es principalmente
decorativa, un reclamo sexual. Así, los pavos reales tienen la cola y las
mujeres los pechos permanentemente hinchados, algo que no ocurre en otras
especies de mamíferos. Si es así, podríamos afirmar que la erotización de los
pechos es algo natural. Sin embargo, esta idea no puede generalizarse ya que no
es universal. Los pechos no tienen el mismo significado erótico entre muchas
culturas africanas, por ejemplo, donde las mujeres ni si quiera los cubren.
Entonces, ¿podríamos afirmar que los pechos funcionan como un fetiche erótico
al igual que los pies en la cultura china? Intentemos responder esta pregunta
evitando un punto de vista etnocentrista.
Otra teoría que explicaría la
fascinación erótica por los pechos, al nivel de la cultura occidental, sería
englobar este fenómeno dentro de la hipersexualización de la vida y la
intimidad con fines mercantiles. Vivimos rodeados de publicidad y la publicidad
se alimenta, en gran parte, de los reclamos sexuales. El cuerpo femenino ha
sido desde siempre el gran reclamo publicitario y por esta razón sufre una
normalización más agresiva que el cuerpo masculino aunque es cierto que el
cuerpo masculino está sufriendo este mismo proceso.
Volvamos ahora al cuerpo como el
territorio que habitamos: somos ese territorio. Sin embargo, somos un
territorio atravesado por conceptos y categorizaciones. Somos un cuerpo gordo,
un cuerpo estrecho, un cuerpo sexualizado, un cuerpo infantilizado, enfermo,
saludable, atlético, descuidado. Todos esos conceptos atraviesan nuestro cuerpo
que nunca puede verse como (aisladamente) territorio natural aunque las
funciones biológicas sí lo sean. El ser humano pone su huella donde significa y
vivir el cuerpo, concepto de Merleau-Ponty, es dotarlo de múltiples
significados. Esos significados pueden surgir de múltiples procesos:
conscientes, inconscientes, autónomos y elegidos pero también impuestos o
asimilados. De esta forma, las niñas sufren una revolución en el significado de
sus cuerpos cuando las mamas empiezan a crecerles. Ese proceso siempre tiene un
significado y en mi caso fue sobre todo extrañeza. No debo ser la única, al
menos la escritora Amélie Nothomb cuenta algo parecido. También surge extrañeza
cuando empiezan a crecer los primeros pelos púbicos pero no es lo mismo puesto
que los pechos duelen. Son una protuberancia que grita: ¡ya estamos aquí! Por
todas estas razones, puedo imaginarme todas las crisis de identidad que se plantean
en esta edad. La niña se dice a sí misma: soy un ser hecho de protuberancias,
ahora sí se me puede distinguir a primera vista y así lo certifica con la
experiencia: el pecho es un lugar expuesto a la mirada del otro de manera
específica. Por esa razón en concreto, los pechos se viven como propios pero
también como ajenos. Son un territorio intermedio, también de manera
específica, entre el mundo y nuestra intimidad. Por ello, los pechos se
esconden y se muestran en parte, porque son intimidad y también son
espectáculo.
En mi opinión, las activistas de
Femen, mostrando sus pechos, no quieren sólo provocar sino lanzar un mensaje,
yo diría algo así como: mi cuerpo está sujeto a múltiples categorizaciones pero
yo también puedo tener poder en esos discursos, crear el mío propio, ver mi
cuerpo como un arma y exponerlo por mi propia decisión. En mi teoría, Femen no
molesta, en primer lugar, a la moral puritana de las religiones (aunque ellas
dirijan en la mayoría de los casos sus mensajes a esa casta) sino que molesta a
los discursos dominantes sobre el cuerpo femenino: los pechos deben ser un
reclamo sexual, un reclamo publicitario pero no encajan en la categoría de
reclamo político.
Desde mi punto de vista, sin
embargo, son el perfecto reclamo político. Tienen la fuerza del símbolo que ha
sido renovado. Parece ser que, al final, los únicos discursos que triunfan son
aquellos que el poder legitima pero cuando ese poder de significación emana del
propio cuerpo, es decir, de la relación íntima y personal que tenemos con
nosotros mismos (en este caso, nosotras mismas), puesto que somos cuerpo, ese
discurso termina por hacerse consistente. En este caso, consistente a nivel
político. Así, los pechos ya no son maternales, ni deseables, sino un arma de
lucha: el poder de dar significado.
3 comentarios:
Sí, sí y sí. El pecho politizado es incómodo para el patriarcado. Y el pecho biológico (en sentido de amamantador) también. Aunque mira qué rápido Putin lo subvierte:
http://gawker.com/5994026/this-is-the-face-vladimir-putin-made-when-he-was-confronted-by-a-topless-protestor
Un abrazo.
Yo no escribo nada, pero suscribo todo.
Vaya cara de degenerado. Seguro que pensaba, ya que es un machoman (como sabemos le gusta sacar musculitos) que esa muchacha era una fan loca. Luego los asesores ya le dijeron lo que pasaba ¿No os recuerda un poco a Bush? A mí sí. Gracias por la imagen, no tiene desperdicio.
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