miércoles, 16 de abril de 2014

Simbología de los pechos


Este artículo lo escribo a raíz de varias conversaciones que he tenido con distintas y muy diferentes personas. Este es también un tema de actualidad. Hace pocos meses varias activistas de Femen entraron en el congreso con sus pechos al descubierto, donde se podía leer “el aborto es sagrado”. A raíz de esto, mantuve una discusión con una persona porque le parecía una estupidez protestar de ese modo, aquellas mujeres no le parecían serias ¿Cómo puede parecer seria una mujer que enseña sus pechos? Además, argumentaba, si la intención es provocar, no hay nada tan visto como los pechos. Estamos rodeados de pechos constantemente: pechos en la publicidad, en el cine, en las playas, en cada rincón donde te asomes ahí están los pechos femeninos pero ¿qué significado les damos hoy por hoy? ¿qué significado puede tener hoy enseñar los pechos para protestar?

La función de los pechos (además de la función de amamantar), me dijo una persona querida, es principalmente decorativa, un reclamo sexual. Así, los pavos reales tienen la cola y las mujeres los pechos permanentemente hinchados, algo que no ocurre en otras especies de mamíferos. Si es así, podríamos afirmar que la erotización de los pechos es algo natural. Sin embargo, esta idea no puede generalizarse ya que no es universal. Los pechos no tienen el mismo significado erótico entre muchas culturas africanas, por ejemplo, donde las mujeres ni si quiera los cubren. Entonces, ¿podríamos afirmar que los pechos funcionan como un fetiche erótico al igual que los pies en la cultura china? Intentemos responder esta pregunta evitando un punto de vista etnocentrista.


Otra teoría que explicaría la fascinación erótica por los pechos, al nivel de la cultura occidental, sería englobar este fenómeno dentro de la hipersexualización de la vida y la intimidad con fines mercantiles. Vivimos rodeados de publicidad y la publicidad se alimenta, en gran parte, de los reclamos sexuales. El cuerpo femenino ha sido desde siempre el gran reclamo publicitario y por esta razón sufre una normalización más agresiva que el cuerpo masculino aunque es cierto que el cuerpo masculino está sufriendo este mismo proceso.

Volvamos ahora al cuerpo como el territorio que habitamos: somos ese territorio. Sin embargo, somos un territorio atravesado por conceptos y categorizaciones. Somos un cuerpo gordo, un cuerpo estrecho, un cuerpo sexualizado, un cuerpo infantilizado, enfermo, saludable, atlético, descuidado. Todos esos conceptos atraviesan nuestro cuerpo que nunca puede verse como (aisladamente) territorio natural aunque las funciones biológicas sí lo sean. El ser humano pone su huella donde significa y vivir el cuerpo, concepto de Merleau-Ponty, es dotarlo de múltiples significados. Esos significados pueden surgir de múltiples procesos: conscientes, inconscientes, autónomos y elegidos pero también impuestos o asimilados. De esta forma, las niñas sufren una revolución en el significado de sus cuerpos cuando las mamas empiezan a crecerles. Ese proceso siempre tiene un significado y en mi caso fue sobre todo extrañeza. No debo ser la única, al menos la escritora Amélie Nothomb cuenta algo parecido. También surge extrañeza cuando empiezan a crecer los primeros pelos púbicos pero no es lo mismo puesto que los pechos duelen. Son una protuberancia que grita: ¡ya estamos aquí! Por todas estas razones, puedo imaginarme todas las crisis de identidad que se plantean en esta edad. La niña se dice a sí misma: soy un ser hecho de protuberancias, ahora sí se me puede distinguir a primera vista y así lo certifica con la experiencia: el pecho es un lugar expuesto a la mirada del otro de manera específica. Por esa razón en concreto, los pechos se viven como propios pero también como ajenos. Son un territorio intermedio, también de manera específica, entre el mundo y nuestra intimidad. Por ello, los pechos se esconden y se muestran en parte, porque son intimidad y también son espectáculo.

En mi opinión, las activistas de Femen, mostrando sus pechos, no quieren sólo provocar sino lanzar un mensaje, yo diría algo así como: mi cuerpo está sujeto a múltiples categorizaciones pero yo también puedo tener poder en esos discursos, crear el mío propio, ver mi cuerpo como un arma y exponerlo por mi propia decisión. En mi teoría, Femen no molesta, en primer lugar, a la moral puritana de las religiones (aunque ellas dirijan en la mayoría de los casos sus mensajes a esa casta) sino que molesta a los discursos dominantes sobre el cuerpo femenino: los pechos deben ser un reclamo sexual, un reclamo publicitario pero no encajan en la categoría de reclamo político.

Desde mi punto de vista, sin embargo, son el perfecto reclamo político. Tienen la fuerza del símbolo que ha sido renovado. Parece ser que, al final, los únicos discursos que triunfan son aquellos que el poder legitima pero cuando ese poder de significación emana del propio cuerpo, es decir, de la relación íntima y personal que tenemos con nosotros mismos (en este caso, nosotras mismas), puesto que somos cuerpo, ese discurso termina por hacerse consistente. En este caso, consistente a nivel político. Así, los pechos ya no son maternales, ni deseables, sino un arma de lucha: el poder de dar significado.


3 comentarios:

Borja dijo...

Sí, sí y sí. El pecho politizado es incómodo para el patriarcado. Y el pecho biológico (en sentido de amamantador) también. Aunque mira qué rápido Putin lo subvierte:
http://gawker.com/5994026/this-is-the-face-vladimir-putin-made-when-he-was-confronted-by-a-topless-protestor

Un abrazo.

Isabel dijo...

Yo no escribo nada, pero suscribo todo.

Angélica dijo...

Vaya cara de degenerado. Seguro que pensaba, ya que es un machoman (como sabemos le gusta sacar musculitos) que esa muchacha era una fan loca. Luego los asesores ya le dijeron lo que pasaba ¿No os recuerda un poco a Bush? A mí sí. Gracias por la imagen, no tiene desperdicio.