martes, 1 de abril de 2014

Preguntad a las mujeres

Os propongo un juego: preguntad a cualquiera de las mujeres que hay en vuestra vida cuántas veces un hombre ha intentado tocarlas, besarlas, invadir su espacio personal, intimidarlas o algo parecido sin, obviamente, su consentimiento. Seguramente quedéis alucinados.

Yo recuerdo una en concreto en un autobús. Un hombre me preguntó cuál era la parada y yo contesté simplemente con amabilidad, lo que supuso que se sentara a mi lado y me tocara la pierna. Le dije que me dejara de tocar y lo siguió haciendo, riéndose. En ese momento tenía unos 18 años y sentí vergüenza de defenderme. Pensé que había hecho algo para provocarle y que, si yo lo pensaba, la mayoría de la gente lo pensaría. Quizás había sonreído demasiado. Quizás no se debe sonreír a los hombres con amabilidad si no quieres meterte en problemas.

No nombraré todas las veces que estando con mis amigas en algún bar o discoteca hemos recibido pellizcos y sufrido tocamientos forzosos por los que se ocultaban en la oscuridad del garito en cuestión. Quizás el hecho de bailar en una discoteca es ya un motivo suficiente para que algunos crean que nuestro cuerpo es un objeto puesto ahí precisamente para ellos.

El hecho de que con 16 años ya me hubiera encontrado al menos 4 o 5 exhibicionistas masturbándose en frente de mí (con la intención de que lo viera,claro) supuso que mi inocencia se esfumara rápido. No creo que sea mala suerte la mía. Gracias a este hecho, no me sorprendió que un policía desde el coche me hiciera gestos obscenos. Esto también me recuerda el episodio que viví cuando un coche patrulla me paró andando por un parque sola y uno de los polis, el guasón, me dijera: “¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?”.

¿Por qué me ha dado por recordar estas cosas? Omito muchas, algunas por las que sigo sintiendo vergüenza e incomprensión. Lo relato para que se sepa que no estamos en condiciones de igualdad aunque la palabra “igualdad” se haya repetido infinitas veces. Si estas cosas pasan tan a menudo y a tantas mujeres, es porque muchos hombres se siguen viendo como la casta superior que, por el poder que les ha sido conferido, pueden hacer uso de todos los recursos a su alcance, aunque ese recurso sea el cuerpo de la mujer (incluso siendo una desconocida). Esta ideología se complementa claramente con la de las mujeres, las mujeres como yo en aquella situación, que piensan que si reciben ese trato es porque o bien han provocado, o bien estaban en el lugar menos indicado y en el momento menos oportuno. Cosas de la vida, nos decimos unas a otras. Mejor dicho, callamos más que contamos y siempre por vergüenza. Tampoco, como dice Despentes en Teoría King Kong, quiere la sociedad que las mujeres víctimas de acosos y violaciones se salgan del papel de víctimas y griten de rabia. Ser víctima es un rol muy concreto: el trauma, la culpa, la vergüenza, la marca. La debilidad.

Primo Levi acertó cuando dijo que una enfermedad moral significativa era confundir a la víctima con su verdugo y un síntoma de esta enfermedad es exigir responsabilidades a las víctimas. Así, la pregunta de por qué aquellas mujeres no hicieron nada, es una pregunta mal enfocada. Yo pienso que sí podemos hacer algo pero TODOS podemos. En primer lugar, educar a los hombres para que no se crean amos y dueños de nuestros cuerpos. También deberíamos educar a las mujeres para que sean dueñas de sí mismas y de sus cuerpos y puedan ejercer así su defensa, llegado el caso, ante abusos de cualquier tipo.
Si todavía pensamos que esto está superado, podemos poner como ejemplo la ley del aborto de Gallardón. Una ley que no sólo es violenta en sí misma sino que hace apología de la violencia. Esta ley dice: el cuerpo de la mujer tiene un fin distinto a sí mismo y es, por definición, un medio para otros fines. Es decir, despoja a la mujer de esa autonomía necesaria para poder defenderse en este mundo.
No podemos sorprendernos de que en este país hace escasos días hayan muerto 4 mujeres en 48 horas a manos de sus parejas. Si alguien duda de que existe una relación entre el hombre que sigue tocando la pierna de la mujer aun cuando ella le ha dicho no, el hombre que legisla contra del aborto y el hombre que mata a su pareja, no entiende el mundo en el que vivimos. Vivimos en el contexto de una sociedad enferma donde los maltratadores no son la excepción a ninguna regla porque las reglas morales siguen contemplando a la mujer como un ser cosificado.
Siempre han sido tiempos duros para las mujeres pero creo que estos que vienen van a ser bárbaros. Incluso ahora, después de escribir este artículo, confieso que no puedo dejar de sentir cierta mala conciencia. 

12 comentarios:

Natasha dijo...

Muy bien lo has dicho. Ahora estamos volviendo al fascismo de los años 40 y cada vez será más difícil luchar por los derechos de las mujeres.

Unknown dijo...

Me alegra un montonsísimo que hayas vuelto a escribir, Angelusis. Quiero contribuir al debate intelectual y afectivo, pues este ya no es nunca (patriarcalmente) ilustrado en el sentido más abstracto del tema. ¿De verdad piensas que hay un ente colectivo llamado mujeres u hombres que comparten un dolor común? Para mi eso es una fantasía de redención colectiva. Perdona, dudo de las aglomeraciones. Por otra parte, ¿no es la sexualidad, entendida como misterio inalienable del ser, una fuente de conflicto e incomprensión para todos los seres vivos? (Vale, los monos bonobos resuelven sus problemas y discusiones a base de polvo limpio, pero, no hay una división de género, nadan en una bisexualidad cultural, las relaciones de poder se subliman) ¿Acaso no es la procreación y la supervivencia genética un sinsentido que expresa una violencia inexpugnable destinada a doblar las voluntades de nuestros egos para un determinado "bien" que no llegamos a comprender? ¿Cómo educar más allá de los genes, esos que testimonian centurias de conflicto y sometimiento de tantos seres humanos? Para mi la sociedad nunca estuvo enferma porque siempre lo ha estado, es una condicion necesaria. Si esta sociedad se asienta en el tabú del incesto, pongamos como hipótesis, entonces ya tenemos tensión y represión., Después de estas preguntas, quiero acabar con la siguiente reflexión sin querer ser pedante: si respetamos algunos de los patrones biológicos, es decir, forjados por la supervivencia a través de los siglos, como la familia, la sangre, el predisponerse hacia una sola pareja reproductiva, la heterosexualidad, la homosexualidad, la división del mundo en bipolaridades esencialistas, etc., ¿por qué nos vamos a sorprender de la tendencia que todos los machos tienen a poseer el cuerpo de una mujer de la manera que sea o del comportamiento defensivo visceral que las hembras tienen ante todo elemento invasor de su cuerpo? Quizás la dignidad no caracteriza el ser humano, sino su adaptabilidad a todo tipo de situaciones extremas.
Un abrazo muy fuerte y cómo añoro hablar de esto en persona.

Borja dijo...

Y soy Borja, que me ha puesto anónimo!!

Borja dijo...

Y a consta de quizá ser un poco ambiguo, quiero perfilar. Defiendo la lucha, el testimonio, la postura feroz ante la injusticia inherente en las relaciones de poder. Eso es eterno y siempre será vigente, pero ay, la dialéctica materialista.

Angélica dijo...

Bueno, por partes te contesto:

En primer lugar, sí creo que existe un grupo de seres humanos que ocupan, generalmente, un lugar en el mundo determinado y este grupo son las mujeres. Las mujeres tienen una existencia particular, su "ahí" está condicionado por unas circustancias específicas. Como decía de Beauvoir, la mujer está más condicionada por su naturaleza y anclada a ella desde el principio: sus ciclos menstruales y los embarazos. Este hecho, explica que, cuando la mujer no tenía medios para controlar su cuerpo, quedaba relegada a esta única misión, muchas veces lejana a su voluntad. La especialización en el trabajo, desde tiempos primitivos, ha estado motivada por esta condición especial de la mujer: el ámbito privado ha sido su esfera. El ámbito público donde los hombres eran capaces de empoderarse de los medios, de los talentos, etc quedaba lejos de su alcance. Las cosas cambian, un poco, cuando las mujeres empiezan a controlar su cuerpo. Esa es la gran revolución, a mi entender. La igualdad política es tan abstracta como la que se da entre las clases sociales pero, el hecho de poder elegir cuándo y cómo tener hijos termina con ese condicionante radical. Sin embargo, a pesar de los medios tecnológicos para obtener el propio control, las mujeres en las sociedades patriarcales (puede verse el derecho romano en el que se fundamenta al menos nuestro sistema jurídico)encuentran que su cuerpo está condionado por otros factores externos: su cuerpo es propiedad del padre, el marido, el estado. No creo que sea una fantasía redentora:todavía hoy en la mayoría de las sociedades la mujer tiene ese estatus descrito.
En segundo lugar, aquí propones el eterno debate ¿Hasta dónde los seres humanos están determinados por su herencia genética? ¿Es el ser humano un animal como otro cualquiera cuya evolución es tan particular como la de cualquiera de los otros seres vivos? En este sentido, yo sólo puedo decir que la postura determinista que propones me parece tan sesgada como la perspectiva contraria, aquella optimista ilustrada que creía al ser humano el ser elegido por su capacidad racional para lograr todos los progresos. Sin embargo, tampoco tengo una respuesta adecuada. El plano en el que yo he querido argumentar es, sin querer abarcarlo todo,el plano experiencial. A pesar de haber expuesto sólo algunas de mis experiencias, conozco muchas otras de otras mujeres y el dolor que estas situaciones provocan. Al final, me remito un poco a las teorías éticas anglosajonas, al pragmatismo americano que afirman la capacidad del ser humano para empatizar con el otro, para dar cuenta de su dolor y la creencia en la posibilidad de educar los sentimientos. También hay de eso en la historia humana.
Por otra parte, siempre desconfío de la descripción que hacen las ciencias naturales de lo que el ser humano es. Ser objeto y sujeto de tales observaciones ha engendrado teorías justificadoras de grandes injusticias como el racismo y el darwinismo social.Así, en terminología marxista ya que has sacado la dialéctica, muchas de estas teorías son ideología.
Para terminar, estoy de acuerdo con eso de "la injusticia inherente a las relaciones de poder" porque pienso que el poder, como decía Foucault,realmente nos atraviesa pero también podemos ejercerlo y esa idea nos brinda la posibilidad de transformar algunas realidades. Esta idea sumada a la responsabilidad existencialista de Sartre me dan la clave para no dudar de la lucha feminista.

Angélica dijo...

Natasha, muchas gracias por leer el artículo. Sí, por eso hace falta más que nunca una conciencia de género.

Unknown dijo...

Bien. Me ha gustado mucho tu contestación. ¡Me hace pensar ostias! Vamos con la contestación. Respecto a Beauvoir. Creo que es "sesgado" decir que la mujer está más condicionada naturalmente que el hombre. De hecho, entronca con la ideología renancentista de equiparar al hombre con la máquina y a la mujer con lo natural y salvaje. La mujer natural engendrada en el misterio resulta para mi una visión ciertamente determinista en lo que a la identidad se refiere.
Estoy muy de acuerdo con lo que dices acerca del control del cuerpo. Es una gran revolución. Mas creo que mi argumentación está dirigida a una experiencia más arcaica del cuerpo, y más aún, el cuerpo como otredad incontrolable y siempre desplazada. Mi comentario acerca de la fantasía rendentora se da en el contexto de la empatía. La mujer es una loba para la mujer, para decirlo con palabras jocosas. ¿Por qué hay mujeres (seres humanos vamos) que se someten más fácilmente que otras al poder y otras mujeres que torturan e incluso ejercen una violencia más incomprensible que los hombres? Mi afirmación simplemente venía a desconfiar de lo colectivo como ente simbólico pues al mismo tiempo que este se sustenta en la empatía, la empatía es también fantasmática (virtual) y sometida a la ideología. El hecho de que haya un conjunto político muy estigmatizado, como el caso de los innombrables en la India por ejemplo, no otorga un status ontólogico particular a ese grupo. Creo que estamos hablando de seres humanos sometidos a inherentemente injustas desigualdades socio-culturales y económicas.

Creo que yo no propongo ninguna visión determinista sino que hago una pregunta y estimulo el debate. La genética es finalmente experiencial y da testimonio de una evolución. Hay un hecho muy claro. La biología determina el comportamiento de una gran mayoría de la población pues para eso están las estadísticas o como tú dices, las experiencias de muchas mujeres. Sin embargo, creo que mi pregunta es simplemente obligada y como bien dices, no tiene una respuesta clara. Por eso es excitante y no determinista. El hecho de que nos preguntemos incluso si somos unos simples primates llenos de hormonas o algo más dice mucho de nosotros como especie.
Pero bien, qué te voy a decir. Me parece fantástico que me hables de las teorías éticas anglosajonas o del pragmatismo americano. Sí, parece que nos caracteriza la empatía, mas también el mismo uso de esa capacidad para saber qué siente el otro para hacerlo sufrir y dominarlo. Proyectar el "common sense" en una mayoría de la población que apenas consigue sobrevivir sí que me parece un error. La subjectividad siempre rechaza nuestros intentos de acotarla y eso me encanta y me estimula a seguir investigando.

Me pillaste con lo de la dialéctica, touché. Usé un mal término.
Foucault mola y Sartre también, pero como más "experiencias" de este mundo tengo, más opaco y resistente me resulta.

Gracias por tomarte el tiempo de contestar.

Borja.

Unknown dijo...

Me identifico: Soy Isa
Quiero contribuir al debate, pero ayy, estoy muy vaga y muy dispersa hoy: sólo aporto que estoy de acuerdo con Borja en casi todo.
Yo creo que estamos"condicionados" por nuestro género (y no sólo, también por nuestra clase social, nuestro origen, o...nuestro color de pelo, qué sé yo). Ahora bien, "condicionados" no implica "absolutamente determinados". Esa condición no tendría que ser exclusiva ni excluyente.
Obviamente Todo ocupa un lugar en el mundo, pero las clasificaciones que podemos hacer son infinitas. ¿Por qué el hecho de ser mujer es más definitorio que el hecho de ser pobre, por ejemplo, o ser cojo, o ser andaluz?
A mí, personalmente, me influye más mi condición económica actual o la situación política en la que vivimos que mi condición femenina.
Por supuestísimo, apuesto por una educación integradora, y ni que decir tiene que estoy en contra de cualquier acto de violencia, sea éste de cualquier tipo (física, política, o publicitaria). Pero entiendo que la violencia no se ejerce contra un "género" sino contra personas concretas. Las razones que fundamentan esa violencia sí pueden ser fruto de una cuestión de género (como otras pueden serlo por una cuestión de raza), pero el acto en sí es contra un cuerpo, no contra un género: lo que sangra no es la condición femenina, sino la herida de un ser humano CONCRETO...
No sé si me estoy explicando bien, estoy un poco espesa...
Y otra cosa: ¿podemos, de manera coherente, hablar en España de "patriarcado"? Es decir, en la cúpula del PP, en las manifestaciones contra el aborto hay muuuchas mujeres que apoyan, como mujeres, la prohibición del aborto. ¿Están alienadas por el poder que ejercen en ellas los hombres? Por el mismo motivo aquéllos que prohíben el aborto podrían estar alienados/as, a su vez, por el poder que ejerce en ellos/as la religión, por ejemplo... Por lo que nos hayamos ante una nueva condición: la condición de creyente o de no creyente. No sé. Me estoy explicando fatal.
Lo que quiero decir es que no me parece más definitorio para mi vida, y lo creo de verdad, ser mujer que ser atea o ser asalariada. La historia es la historia del poder, es pura dialéctica. Esa tensión se puede establecer como hombre-mujer, sí, pero también como negro/a-blanco/a o rico/a-pobre. A la pregunta: cuál es la dialéctica fundamental de la condición humana, ¿qué contestáis? Yo no lo sé. Quizá, y para hacer homenaje a este magnífico blog (qué alegría que hayas vuelto, canija) la dialéctica más esencial es la de tener el estómago lleno o no tenerlo... y a partir de ahí ya, todo lo demás.
Un beso enorme a los dos. A ti, pitufa, te lo doy en persona mañana, y a Borja se lo apalabro pa cuando lo vea.

Angélica dijo...

Gracias a los dos por enriquecer el debate. Ya os contestaré con tiempo.

Isabel dijo...

Bueno, no estoy de acuerdo con lo que dices: no siempre hubo proletarios (ese concepto se aplica a la revolución industrial) pero sí hubo siempre pobres u oprimidos o desfavorecidos. En todas las épocas de la historia. Y lo fundamental en el concepto de "minoría" es que no se aplica en términos cuantitativos, sino cualitativos (de hecho, en número, hay muchísimos más pobres que ricos). Dices que una mujer china tiene más posibilidades de ser asesinada que un hombre. Bien. ¿Y no tiene un chino pobre más posibilidades de morir de hambre que una china rica? Dices que la dialéctica hombre-mujer es diferente a todas las demás. Yo añado: cualquier dialéctica es diferente a todas las demás porque encierra una esencialidad y un factor diferenciador. Ese factor diferenciador es aquello que te define, que te condiciona y, en la mayoría de los casos, por desgracia, aquello que te excluye. Por eso cualquier dialéctica atraviesa el centro exacto de toda realidad. El hecho de tener ovarios, como dices, te excluye en gran parte de este mundo, sí. ¿Y el hecho de ser africano y quieras cruzar una frontera? ¿Y el hecho de ser pobre y quieras comer...? Etc. De hecho, dices que las mujeres no tienen un pasado común, ni una historia, ni una cultura... ¿Y el concepto de "pobres" u "oprimidos", qué tienen en común en la historia? Nada: salvo su condición de oprimidos. Igual que las mujeres. Por otro lado, decir que todos los negros tienen una historia, cultura, etc. comunes... no sé. No tengo mucha idea del tema, pero creo que no se puede simplificar. Al igual que los "judíos" que fueron asesinados en los campos no tenían un pasado ni una religión común: de hecho, muchos de ellos se consideraban antes polacos, alemanes, que judíos; y muchos eran directamente laicos...
Y por último, dices que las mujeres no dicen "nosotras", es decir, que no tienen un "otro" sobre el que proyectarse. Yo creo que eso no es verdad: claro que hay un "nosotras". De hecho, es el fundamento sobre el que orbita todo este debate: el hecho diferenciador de ser "mujeres".
En definitiva, en todas las sociedades el hecho de ser mujer trae aparejadas muchas cosas, sí. Pero también el hecho de ser pobre, o de estar enfermo. Estamos condicionados por una identidad, que al final es la suma de todo lo que la sociedad nos proyecta como carencia.
Un beso grande.


Isabel dijo...

Quería incluir también el poema de Audre Lorde, que me encanta:

La diferencia entre la poesía y la retórica
es estar
preparado para matarte
tú mismo
en vez que a tus hijos.


Estoy atrapada en un desierto hecho de heridas a bala
todavía abiertas
y un niño muerto arrastra su rostro negro y destrozado
más allá del horizonte donde acaban mis sueños
la sangre de sus mejillas y de sus hombros perforados
es el único líquido a kilómetros a lo redonda y mi estómago
se revuelve al imaginar el gusto que tendrá, mientras
mi boca dividida en dos labios resecos
sin tener una lealtad o una razón para ello ,
está sedienta de su sangre húmeda
mientras naufragan en la blancura del desierto
donde estoy perdida
sin imaginación ni magia posible
tratando de convertir todo este odio y esta destrucción en un poder
tratando de curar con besos a mi hijo agónico
pero, nadie, salvo el sol limpiará sus huesos con rapidez.


El policía que, en Queens, derribó con un disparo al chico de diez años
estaba a su lado, con sus zapatos bañados con la sangre de él
y una voz dijo: "Muere, pequeño hijo de puta" y
hay videos que prueban esto. En el juicio
el policía dijo que fue en defensa propia:
"No reparé en el tamaño ni en ninguna otra cosa
salvo en el color." Y
hay videos que prueban esto también.


Hoy día, ese hombre blanco, de treinta y siete años,
con trece de servicio
ha sido puesto libertad por once hombres blancos
que dijeron que estaban satisfechos
porque se había hecho justicia
y una mujer negra que dijo:
"Me convencieron". Esto es:
ellos arrastraron su cuerpo de mujer negra, de un metro veinticinco de estatura,
por sobre los carbones ardientes de cuatro siglos de aprobación del macho blanco
hasta que ella renunció al único poder real que alguna vez tuvo
y decoró con cemento su propia cuna
para construir allí un cementerio para nuestros hijos.


No he sido capaz de palpar la destrucción dentro de mí.
Pero a menos que aprenda a usar
la diferencia entre la poesía y la retórica
mi poder también se corromperá como molde envenenado,
se volverá flojo e inservible como un alambre suelto
y un día tomaré mi enchufe rabioso
y lo conectaré al lugar más cercano,
violaré a una mujer blanca de ochenta y cinco años
quien es a su vez madre de alguien
y mientras la golpeo hasta dejarla sin sentido y le prendo fuego a su cama
un coro griego estará cantando una canción con ritmo del vals:
"Pobrecita. Ella nunca hirió a un alma. ¡Qué bestias son los negros!".

Angélica dijo...

Entonces ¿por qué consideramos a las mujeres minoría? ¿por qué no lo son los hombres? ¿qué tienen cualitativamente las mujeres para ser consideradas minoría?